
El barrio cuyo nombre es símbolo de un imperio que se resiste a desaparecer
Los vecinos abrieron el debate y presentaron ante el Concejo Deliberante una nota sobre el cambio de nombre de algunas calles. El “Vapor Amadeo” fue el buque símbolo del terrateniente español José Menéndez, uno de los principales protagonistas del genocidio Selknam en la región.
La memoria se ha disuelto en Río Grande. Muy pocos asocian el nombre del barrio Vapor Amadeo, uno de los más jóvenes de la ciudad, con el terrateniente español José Menéndez. Ni siquiera entre las autoridades de la ciudad el nombre llamó la atención. Y por tanto, tampoco parece molestar el nombre elegido por la empresa “Desarrollo del Sur S.A”, entre cuyos apoderados se encuentran descendientes de la familia Menéndez Behety, propietarios también de las estancias.
Un rápido paseo por el barrio atestigua que la mayor parte de los vecinos en nada se identifican con el nombre del barrio, ni de sus calles. “La historia de este hombre es detestable, es condenable. Por eso y porque ninguna de sus calles nos representa, queremos que le cambien el nombre”, señala una vecina que dijo que desconocía –al momento de comprar el lote- la historia real de estos nombres.
En una nota dirigida a los concejales, vecinos del barrio Vapor Amadeo, señalan que “quienes vivimos en este barrio, no nos sentimos ni identificados ni representados por el nombre de las arterias impuestas y, por el contrario, realizamos un pequeño trabajo de investigación y en su mayoría hacen referencia a navíos chilenos al padre del titular de las tierras, que sin duda poco tienen que ver con la sociedad, la idiosincrasia o la historia de la ciudad”.
Lo mismo ocurre con Los Cisnes, cuyas calles van a ser compartidas en su mayoria, y presentaron otra nota aparte pero bajo la misma linea.
Los vecinos, que juntaron unas 50 firmas, piden a los concejales que “nos permitan plantear nuestra mirada de la situación y solicitarles tengan a bien rever algunos nombres o, al menos, se nos brinde una explicación de las denominaciones de las diversas arterias”.
La denominación de calles de la nueva urbanización “Desarrollo del Sur SA” se abordó el 27 de agosto de 2015 en el Concejo Deliberante, destacando la Ordenanza Municipal 3417 que “la posibilidad de poder asignarles nombres a las calles que componen la mencionada urbanización, es de suma relevancia”. Entre los nombres de las arterias: otros tres buques de Menéndez: Vapor Arturo, Vapor Alfonso y Vapor Alejandro. Además del nombre del padre del apoderado del barrio, fallecido hace pocos años.
El grupo de vecinos ya fue citado por uno de los concejales para conocer sus planteos, aunque el encuentro todavía no tiene fecha.
Tributo a un hombre cuestionado
Afirman que el tiempo siempre pone las cosas en su lugar. Al menos eso parece estar ocurriendo en los últimos años, por ejemplo, con la figura de Roca, destituido de los billetes de cien pesos y reemplazado por la figura de Evita.
En cambio, adrede o por desconocimiento, perduran los homenajes a otros cuestionados personajes de la historia. En 2014 el historiador, periodista y escritor español, José Luis Antonio Marchante, echó luz sobre la trayectoria del asturiano José Menéndez en su paso por tierras patagónicas, a través del libro “Menéndez, Rey de la Patagonia”.
La obra, que fue recientemente nominada a los “International Latino Book Awards 2016” (reconocimiento al mundo literario español más importante de los Estados Unidos, en la categoría libros de historia), ha sido calificada como un libro definitivo sobre la verdad de lo ocurrido en el reparto de tierras para la extensión de la ganadería y el genocidio de los pueblos originarios en el sur chileno y argentino.
Lejos de las visiones románticas de la historia oficial, contadas muchas veces por los mismos descendientes de los protagonistas, Marchante nos muestra el lado más oscuro de José Menéndez, a quien describe como un “hombre común y corriente, tremendamente interesado por los asuntos económicos, cuyo único mérito fue levantar en la Patagonia, sobre ruinas fúnebres de pueblos enteros, un imperio ganadero, comercial y naviero del que llegó a sentirse fugazmente, rey”.
La investigación, con prólogo del reconocido historiador Osvaldo Bayer, fundamenta la historia del imperio económico de los Menéndez-Braun en estas tierras. En sus capítulos, cuenta acerca reparto de tierras y el genocidio consumado con los pueblos originarios. “Ya nadie –después de este acopio de pruebas- podrá señalar que las versiones críticas que surgieron a medida que se producían esos hechos eran exageradas o de pura imaginación”, asegura Bayer.
Algo que -para el escritor- debe sumar al “gran debate acerca de nuestros “héroes”, nuestros “pioneros”, nuestros “hombres que traen consigo el futuro”.
El mismo autor dijo pocas semanas atrás a Crítica Sur, que algunos cambios comienzan a verse. Uno de ellos está relacionado con una iniciativa que nace en Chile, donde un grupo de historiadores, intelectuales y diputados ha solicitado al gobierno el reconocimiento del genocidio selk’nam y en nuestra ciudad el Concejo Deliberante estudia la creación de un día para el recuerdo de estos hechos.
Se trata del proyecto del concejal Paulino Rossi (UCR), que todavía permanece siendo analizado en comisión, aunque confía en que podría ser aprobado antes del 25 de noviembre, día en el que se establecería la conmemoración.
“Este día se eligió porque fue el primer registro histórico de una gran matanza que hubo en San Sebastián, donde más de veinticinco Selkman fueron salvajemente asesinados y fue el inicio de un programa sistemático de exterminio”, dijo Rossi al respecto del reconocimiento del genocidio aborigen.
El Vapor Amadeo, símbolo del imperio
El nombre elegido para uno de los últimos barrios creados en Río Grande no es casual, el Vapor Amadeo fue el símbolo del imperio de Menéndez en la Patagonia. “El Amadeo surcará infatigable las aguas del Estrecho de Magallanes y el archipiélago fueguino, durante más de 40 años, sobreviviendo incluso a su dueño”, dice Marchante entre las páginas de su libro.
José Menéndez, además de comerciante y terrateniente, se convirtió en un armador de importancia cuando en septiembre de 1892, arribó al Puerto de Punta Arenas el Amadeo, un vapor de 412 toneladas, 46 metros de eslora y 7 metros de manga, que se convertirá en el “símbolo marítimo del imperio del asturiano”, relata el investigador.
“Construido en 1884 en los astilleros de Liverpool Forge Co., llegó al Río de la Plata hasta que ocho años después fue comprado por Menéndez. Desde 1932 permanece varado en San Gregorio, (camino a Punta Arenas), sometido a los caprichos del mar que, poco a poco, va socavando su estructura de la que en breve solamente quedarán un montón de hierros”.
Con el Amadeo, José Menéndez inauguró una tradición que respetó escrupulosamente: “Todos los barcos incorporados a su flota llevarán un nombre que empezarán con una A, lo que permitía evocar a quien los viera navegar los orígenes del acaudalado armador, su amada región de Asturias (España)”.
Menéndez, ferviente monárquico, lo bautizó con ese nombre en recuerdo del que fuera rey de España entre 1870 y 1873, Amadeo I.
Así, surcaron los mares patagónicos el Amadeo, Alfonso, Arturo y Alejandro -cuatro de los nombres elegidos para el nombre del barrio y calles del nuevo emprendimiento inmobiliario de Río Grande- además de otros ocho buques.
La historia oficial nos cuenta que fue muy importante para el desarrollo económico de la región y, por consiguiente, para su poblamiento y para la presencia del Estado chileno y argentino.
Marchante da detalles de cómo el buque insignia de Menéndez, y otros de su flota, estuvo empleado principalmente en el cabotaje regional, trasladando de una estancia a otra animales, fardos de lana, madera y cualquier otra mercancía. Trajo en él, además, los materiales que dieron forma a la Misión La Candelaria.
Pero también se ocupó de lanzarse presuroso por cualquier raque que tuviera lugar en las agitadas aguas magallánicas. La acción de raquear proviene de la pronunciación de la palabra inglesa wreck, traducida al español por naufragio y que era precisamente lo que repetían sin cesar los marineros ingleses o norteamericanos que habían perdido sus barcos en estas aguas. Consistía en apropiarse del cargamento de las naves náufragas, lo que inicialmente se realizaba al margen de cualquier regla, convirtiéndose en un negocio clandestino que podía sin embargo apostar sustanciosas ganancias a los que participaban. También Menéndez, al igual que otros empresarios de la época, participó de este rentable negocio.
Hoy las huellas del imperio, siguen intactas a través de las miles de hectáreas alambradas donde solo pastan rebaños de ovejas; sociedades que todavía perduran en la provincia, proyectos inmobiliarios y hasta los Supermercados La Anónima.
“Mi tatarabuelo no mató a nadie"
Juan Fernández Speroni es dueño de la Estancia María Behety, del Barrio Vapor Amadeo y de Altos de la Estancia, también era propietario de los terrenos donde hoy está ubicado Los Cisnes, el barrio de viviendas sociales que surge de un canje de tierras que el empresario realizó con el Municipio de Río Grande y donde se construyeron más de 200 casas realizadas por cooperativas.
Descendiente directo de José Menéndez, la mirada del empresario es –como debe esperarse- totalmente opuesta a la mirada de la historia que reconoce que hubo un genocidio aborigen en estas tierras y la participación de su tatarabuelo en esos hechos. Pero además rechaza de plano la posibilidad de discutir los nombres que él mismo eligió para las calles y que cuestionan los vecinos.
Speroni sostiene que nada hay de malo en el nombre, ni del barrio ni de las calles. “Tengo un solo vecino conflictivo de 560 clientes, que está en la comisión provisoria del barrio, porque ellos no pueden hacer comisión barrial porque yo sigo siendo el mayor propietario”, dijo ante la consulta de Crítica Sur.
Además, remarcó que “un barrio no es para hacer política, sino para dar solución habitacional y hacer un ordenamiento del ejido urbano que es la necesidad que tiene Río Grande”. Sin embargo, ante el cuestionamiento al nombre de las calles de los vecinos, que también es una realidad, el propietario señaló que “yo no le voy a poner nombres de famosos ni de futbolistas”.
Speroni cuenta su mirada de la historia, la que sostienen los descendientes a través de la historia oficial: “Esas cuarenta firmas que juntaron me parece fantástico, pero acá hay dos cosas que son muy simples, Vapor Amadeo es el primer barco que comunica Punta Arenas con Río Grande, el primer barco que trae alimentos, trae ganado, casas, elementos de la construcción. Y el nombre del resto de las calles son todos nombres de barcos que comunicaban Punta Arenas con Río Grande y todo el cordón Patagónico”.
“Miradas criticas puede haber todas las que quieran, pero el dueño de la tierra soy yo, y cuando diseñé el proyecto yo le puse el nombre que tuve ganas porque la tierra es mía, yo lo desarrollé y es muy simple. Tengo la aprobación del Concejo Deliberante, las calles ya tienen nombre porque está la ordenanza municipal y ya está el plan para la primera, segunda y tercera etapa del barrio”, afirmó sin muchas vueltas.
Y agregó: “A mí las críticas de uno o dos no me interesan, si compraste en el barrio desde el día uno vos sabias cual era el nombre de las calles, si compraste sabiendo que el barrio iba a tener nombres con gente que tiene que ver con lo que fue el crecimiento de la Patagonia Argentina”.
Pero además sostiene que los reclamos vienen de “gente nueva que llegó en los últimos 15 años a Río Grande y no conoce la verdadera realidad, como mi padre que llegó acá en 1954. No conocen la historia de cómo creció Río Grande, cómo se fue desarrollando. El aeropuerto de Río Grande lo donó mi abuela, el autódromo de Río Grande que hoy tiene escritura fue la donación de un tío mío apoyando el crecimiento de la sociedad”.
“Las calles no están para tener nombres de jugadores de futbol o de artistas”, afirmó.
¿Quién fue José Menéndez? Speroni cuenta su mirada de la historia, la que todavía muchos hoy sostienen: “José Menéndez fue una persona muy capaz que a los 14 años se tomó un barco desde Avilés (España), llegó al Puerto de Buenos Aires, de ahí lo mandaron a cobrar una deuda importante que tenía el mercado naval en Punta Arenas de Piedrabuena. A los quince años toma la deuda, se queda en Punta Arenas y sus estancias Primera Argentina y Segunda Argentina fueron en Río Grande, el CAP de la Margen Sur es algo que construyó él, el Puente viejo sobre el río Grande lo construyó él, es una persona que apostó al crecimiento rural y después el crecimiento de Río Grande como pueblo”.
Tampoco reconoce la participación de su bisabuelo en el genocidio del pueblo Selknam. “Dame pruebas de lo que estás diciendo, historias escritas hay un montón, a mi bisabuela quién le cortó una pata, un indio”, dice ante la consulta de este medio.
“A mí personalmente me fascina la historia, por eso cuando se habla del genocidio, primero que mi tatarabuelo no mató a nadie, simplemente saliendo de su casa a donde fue la Segunda Argentina (actual María Behety) que hoy es mía, lo atacan los indios y a mi bisabuela le cortan una gamba, y después salieron a decir que cambiaban espejitos de colores, pero yo quiero que me muestren, y nadie me puede mostrar una certeza de que mi tatarabuelo mataba indios”, señaló.
Finalmente, volvió al planteo de los vecinos y remarcó: “Si vos compras un auto elegís si lo querés a manija o con vidrios eléctricos, es como cuando compras un lote. Si hay un cuestionamiento, son cuatro tontos que no conocen la historia de Río Grande, que vengan a mi oficina y yo les explico que los nombres vienen de la ascendencia de dónde vengo, porque fueron quienes hicieron crecer la ciudad, porque todos aportaron algo a la ciudad. No es que salí a poner nombres de fantasía ni de gente que no tiene nada que ver con la historia de Río Grande”, concluyó.
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