Quienes lo escuchan y frecuentan sus partes de prensa sospechan que no dice todo lo que sabe y calla más de lo que dice. Pero sus camaradas le reconocen su claridad y manejo informativo. Del otro lado del mostrador -los medios- es visto como un hábil comunicador, que esconde en los pliegos de la formalidad lo que la Armada -sus superiores- no quieren que se sepa.
Así, en estos días aún faltan respuestas a algunos interrogantes, como la falta de una explicación del incendio denunciado por el comandante del ARA San Juan en su última comunicación. Cuando desmiente versiones no confirmadas, como un comunicado falso que alertaba ayer sobre la aparición del submarino, sabe que hay que buscar su origen en fuentes interesadas, vinculadas tal vez a la propia Marina.
Con 52 años y más de 30 en la actividad naval, Balbi es un experimentado submarinista y nada en aguas conocidas cuando enfrenta la ansiedad periodística ante un tema de tanta dimensión. De trato afable y animado, pone distancia cuando el curso de la información pone en aprietos a sus superiores.
Desde hace más de dos años dirige el área de Comunicación Institucional de la Armada y concibe su función como la misión de tender puentes entre la fuerza naval y la sociedad. Cursó un programa de comunicación institucional en la Universidad Austral. Con residencia varios años en Mar del Plata, Balbi fue segundo comandante del ARA San Juan en 2005 y cumplió igual tarea en el Santa Cruz. Jefe de Operaciones de la Fuerza de Submarinos, comandó luego el submarino Salta, entre febrero de 2011 y el mismo mes de 2012, y dirigió la Escuela de Submarinos y Buceo de la Armada.
Con experiencia en misiones a la Antártida, ejerció la docencia en la Escuela Naval Militar y cultivó la práctica del rugby. Casado, con tres hijos, vive en Olivos, pero la crisis del submarino lo llevó a permanecer días y noches enteras en el edificio Libertad.