jueves 03 de julio de 2025 - Edición Nº3209
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Rescate en la montaña: “Estamos felices de volver a vivir”

Así lo expresó Debora Anibaldi quien junto a su compañero Pablo sobrevivió a una avalancha que los mantuvo atrapados por más de una hora en inmediaciones de la Laguna Turquesa. La esquiadora relató cómo fueron los momentos previos a alud de nieve, qué hicieron para poder sobrevivir hasta que finalmente tres experimentados montañistas, Facundo Ureta, Alfonso Lavado y Mateo Archilla, los rescataron y esperaron la rápida llegada de un helicóptero de HeliUshuaia e integrantes de la Comisión de Auxilio.


El domingo, en el Valle de Olum, una pareja fue rescatada luego de quedar sepultada por una avalancha. Ayer, en un diálogo con FM Ushuaia, Debora Anibaldi, experimentada esquiadora que junto a su compañero Pablo tuvo la fortuna de sobrevivir, dio testimonio de los instantes previos al alud y de los críticos momentos que vivieron bajo la nieve hasta que llegaron a rescatarlos. “Emocionalmente estamos felices de volver a vivir y super agradecidos con los chicos que nos salvaron la vida, con la gente de HeliUshuaia, con la gente del Hospital que nos atendió de maravilla”, expresó.

La protagonista del crítico episodio recordó los momentos previos. “Estábamos en la zona de Laguna Turquesa donde en esta época del año se junta mucha nieve y es un lugar que reúne esquiadores. Nosotros elegimos mal, tenemos mucha experiencia en montaña y en esquí pero elegimos mal y eso hay que reconocerlo. No supimos o no quisimos leer las condiciones del terreno. El día estaba hermoso, queríamos ir a la cumbre de un cerro que está ahí y en la ladera de enfrente estaban los chicos que nos rescataron. Nosotros no sabíamos quiénes eran, los veíamos nomás que iban subiendo. Nosotros subimos por la ladera en la que daba el sol y ahí la nieve se torna inestable. Cuando estábamos subiendo ya nos dimos cuenta de que estaba complicado pero seguimos subiendo”, relató. “Fue una estupidez enorme”, admitió esperando que sus palabras sirvan para que otras personas no tengan que pasar por lo mismo.

Debora contó que si bien podían ir subiendo con los esquíes puestos, en la parte más empinada de la ladera se los quitaron, los pusieron en la mochila y continuaron el ascenso caminando. “Como vimos que la ladera no estaba buena y que podía haber una avalancha decidimos subir directo hacia arriba, sin hacer zigzag, porque cuando uno va con el esquí hace zigzag y ahí tenés más posibilidad de cortar la placa de nieve, entonces dijimos subimos derecho caminando. Nos faltaban 20 metros para llegar a la parte plana desde donde pensábamos tirarnos. Estábamos descansando y de repente escuché un sonido y miré mis pies y vi cómo se craqueló toda la nieve y le dije a Pablo, que estaba al lado mío, ‘Pablo es una avalancha’. Había como 50 centímetros de nieve, no había forma de huir hacia un costado y se vino toda la ladera encima”, detalló.

La entrevistada describió, además, toda la secuencia desde ese instante hasta que llegaron Facundo Ureta, Alfonso Lavado y Mateo Archilla. “Cuando te pasan estas cosas son segundos pero es como si fueran horas. Lo miré a Pablo e iba parado como en una cinta transportadora pero hacia atrás. Después me empecé a mover yo también y de repente lo veo a Pablo que se va de espaldas y después me voy yo. Él llegó abajo y ahí se despertó. Lo mío era como en cámara lenta. Veía cómo me pasaba la nieve por encima. En un momento me dio vuelta la nieve y si quedaba boca abajo moría, no iba a poder respirar entonces me di vuelta, no sé cómo lo hice. Me quedó una pierna doliendo, esa es la que usé para hacer fuerza. De estar boca arriba se me llenó la boca de nieve, la nariz. Ahí dije voy a mantener la respiración hasta que esto pare y traté de mantener las dos manos arriba pero una me quedó atrapada y la otra sí la pude mantener”, rememoró.

Por otro lado, aclaró que el guante que vieron los montañistas que los rescataron fue el de Pablo que realizó la misma maniobra que ella intentando que sus brazos quedaran por fuera de la capa de nieve.

“Cuando frenó la avalancha yo todavía estaba conteniendo la respiración y sabía que tenía la mano afuera y empecé a sacarme la nieve y casi me muero ahogada. Ya no tenía fuerzas para seguir moviendo el brazo porque no podía respirar y justo llegué con el dedo índice a un hueco de la nariz y ahí volví a vivir. Ahí ya estaba feliz yo, estaba abajo de la nieve pero estaba feliz”, expuso.

Consultada sobre cuánto tiempo estuvieron sepultados bajo la nieve,  calculó que fue por más de sesenta minutos. “Yo saqué una foto antes de la avalancha y los chicos sacaron una foto cuando nos rescataron. Ahí habría que ver los tiempos pero por lo que calculé yo estuvimos más de una hora”, dedujo.

Ya a salvo, Debora reflexionó sobre lo ocurrido. “Fue un exceso de confianza porque cada vez que hemos ido hemos visto avalanchas que se producen en la ladera de enfrente y decimos por ahí no vamos a ir pero nunca pensamos que nos podía tocar”, analizó. Indicó que siempre suben por la ladera donde da el sol y si bien uno sabe que esas laderas pueden presentar más inestabilidad como había mucho frío no imaginaron que podía llegar a producirse algún desprendimiento.

Con respecto a lo que sintió durante esos larguísimos y angustiosos minutos, Debora dijo: “Yo sabía que tenía que tener calma y lo qué tenía que hacer para sobrevivir pero no sabía si Pablo estaba vivo y por suerte a él le quedó la cara afuera.  Gritaba auxilio constantemente, tengo la garganta destruida de gritar,  porque yo pensaba que no nos iba a ver nadie, que solamente nos podían escuchar. Cómo fueron dos segundos para nuestra cabeza pensábamos que estábamos en la mitad de la ladera y después nos enteramos que llegamos casi hasta la laguna. En un momento ya me dolía mucho la garganta y se me estaban congelando los labios así que me puse el guante en la cara y me puse a orar porque lo que más quería era volver a ver a mi familia. Estaba rezando con el guante en la cara y pedía un milagro, una oportunidad más. Me saco el guante, abro los ojos y los veo a los chicos. No sé a quién vi primero porque como tenía los anteojos cubiertos de nieve no veía casi nada pero vi una persona y no sabía si estaba alucinando. Tenía muchísimo frío, tenía las manos heladas, los pies helados, y cuando lo vi parece que me hubiera vuelto el calor al cuerpo”.

Para cerrar la entrevista, Debora manifestó su total agradecimiento a los tres muchachos que los rescataron y a la rapidez con la que actuaron. “No tardaron ni diez minutos en sacarnos. Tenían pala, tenían airbag, tenían todo. Los chicos estaban superpreparados, tenían handy, llamaron a la Comisión de Auxilio y vino el helicóptero”. Asimismo, agradeció el rápido accionar de HeliUshuaia, muy importante para darles rápido traslado hacia el nosocomio capitalino donde fueron atendidos para descartar cualquier complicación.

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