Ante posibles proyectos de Nación
El CADIC vuelve a advertir sobre los riesgos de cultivar salmones en Tierra del Fuego
Desde la institución científica hablaron de los riesgos que implica el desarrollo de la salmonicultura en aguas abiertas y también de las consecuencias ambientales que tendría su eventual desarrollo en espejos de agua dulce. Asimismo recordaron que la cría de salmones no está prohibida en tierra por lo que podría realizarse pensando en sistemas de recirculación de agua.
Adrián Schiavini, Doctor en Ciencias Biológicas del CADIC (Centro Austral de Investigaciones Científicas) opinó sobre los supuestos proyectos nacionales para criar salmones en Tierra del Fuego.
Si bien aseveró que no tienen noticias de propuestas formales al respecto, evaluó lo que podrían ser eventuales intentos de desarrollar la salmonicultura ya sea en el entorno marino o en espejos de agua dulce.
En primer término indicó que la cría de salmones no está prohibida en tierra por lo cual se podría realizar pensando sistemas de recirculación de agua.
No obstante, en relación a la cría de salmones en el mar, advirtió que cualquier intento de modificar la Ley 1335, de salmonicultura, “va a chocar con aspectos ambientales y aspectos económicos”.
El especialista precisó que si alguien quiere cultivar salmones en el mar tendría que irse a las aguas marinas de la costa atlántica, al norte de la Península Mitre porque en el Beagle no se puede. Aclaró, además, que fuera del Canal Beagle, las aguas costeras de la Península Mitre forman parte de una zona protegida y no se pueden introducir especies exóticas. Lo mismo sucede con las aguas costeras de la Isla de los Estados.
“Para cultivar salmones en el mar te quedan las aguas al norte de la Península Mitre”, insistió aunque mencionó que colocar jaulas de salmones en el mar requiere profundidad y para lograr esa profundidad, en aguas de la costa atlántica, habría que instalarla a 60 o 70 kilómetros afuera. “Suponiendo que esto se hiciera, para atender y mantener las jaulas se necesitaría un barco dando vueltas todo el día en el mar del tipo que tenemos nosotros en la costa atlántica. Aunque no es logísticamente imposible eso derivaría en el costo final del producto”, advirtió.
Schivaini comparó las condiciones argentinas y chilenas, en relación al desarrollo de la salmonicultura. “No es lo mismo cultivar salmones en aguas protegidas como están haciendo los chilenos que cultivarlos en mar abierto ya que los riesgos climáticos y los costos logísticos son otros y el costo final del producto termina siendo otro”, cotejó. “¿A quién le vas a vender un salmón más caro que el que produce Chile que tiene un precio muy inferior al que se podría obtener produciendo en mar abierto?”, se preguntó.
“Si alguien quiere asumir ese riesgo que lo haga. Yo creo que va a durar muy poco conociendo nuestro mar austral y las experiencias previas que ha habido de barcos que salen a pescar centolla y pesqueros pequeños que querían desarrollar pesquería costera en la costa atlántica. Todo se lo lleva la marejada a la larga”, evaluó.
“Hay que mirar que Chile tiene 40 mil kilómetros de línea de costa de Puerto Montt al sur. Si sacás las costas exteriores te deben quedar unos 20 mil kilómetros de línea de costa representados por caletas, fiordos, canales estrechos, donde sí podés fondear una jaula porque está protegida de las inclemencias del tiempo. Nosotros tenemos 150 kilómetros del Canal Beagle y después salís a aguas abiertas”, agregó.
Por otro lado, en relación a la posibilidad de cultivar en lagos y ríos de la provincia, es decir en cuerpos de agua dulce, el científico alertó que “sería un gravísimo error”. Explicó que en este caso “lo que estaríamos haciendo es tirar toda la comida que no consumen los peces y las excreciones de los peces irían a parar al fondo de la laguna. Eso sería un tremendo error que llevaría, a lo largo del tiempo, a matar el fondo del cuerpo de agua y a la larga a matar el mismo cuerpo de agua por la saturación de organismos que consumen oxígeno”, expuso finalmente.