Joel Noguera tiene 9 años y vive en un barrio vulnerable en las afueras de Tolhuin, un pequeño pueblo en Tierra del Fuego. Es allí donde protagoniza la nueva película de Carlos Sorín, que lleva su nombre. Joel cuenta la historia de la llegada de un niño con un difícil pasado a la vida de una pareja que tiene su guarda preadoptiva, tratando la temática de la adopción tardía, atravesada por la discriminación en una pequeña comunidad.

Fue en el bar de la estación de micros de Tolhuin que, según Sorín, es el centro social de la población, donde el director encontró al niño que protagonizaría su film después de muchos castings frustrados. "Cuando estoy pagando el café y la medialuna, se me para al lado un chico con una mirada llena de ambigüedad y, a la vez, la ternura propia de la infancia", cuenta. "Me volví loco buscándolo hasta que dimos con él en los suburbios del pueblo. Comenzamos el rodaje sin saber si iba a dar para el personaje, pero fui adaptando el guión a su personalidad y, finalmente, cambié el nombre de la película", asegura.

Luego de realizar varias películas con protagonistas masculinos, Sorín quiso poner el enfoque en la historia de una mujer. "El primer tema que surgió fue la maternidad y luego todo fluyó hacia la temática de la adopción. Nunca sé cómo llego a la historia final porque es un camino muy laberíntico", confiesa.

En la Argentina, existen más de 5000 familias inscriptas para adoptar, según datos del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos. Del total, solo el 15% está dispuesto a adoptar a niños de 8 años y el 0,8% a chicos de 12. "La cuestión cambia cuando se trata de un niño mayor de 8 años porque existe la creencia de que, al no tratarse ya de una criatura, la influencia de su pasado - muchas veces complicado - es más grande", explica Sorín. "Por eso los adoptantes, salvo que no haya más remedio como en el film, prefieren adoptarlos de más pequeños. Para los más grandes, probablemente su futuro sea la marginalidad porque a los 18 años deberán dejar los hogares sin haber tenido una la contención afectiva de una familia", agrega.

Como abuelo, él mismo vivió una situación similar a la que se relata en el film. "Llegó un nene al jardín a donde va mi nieto y todos los padres se revolucionaron porque, como la madre tenía sida, tenían miedo de que él también fuera portador del virus", cuenta el director. "A mí me pareció de una dureza indignante pero también entendí que todos somos víctimas de prejuicios sociales, raciales y culturales arraigados en nuestra sociedad", opina.

A través de una historia de ilusiones, un proceso de aprendizaje de la paternidad, conflictos en la escuela y el desafío de la educación e inserción en la comunidad, Joel nos propone un debate sobre la convivencia, y nos lleva a reflexionar y discutir sobre la igualdad de oportunidades y los valores de nuestra sociedad.

Fuente: La Nación.